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Christian Di Candia, prosecretario de la Intendencia de Montevideo: No entiendo la administración sin transformación

Christian Di Candia, prosecretario de la Intendencia de Montevideo:  No entiendo la administración sin transformación
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Allá por agosto del 2008 entrevistamos a dos jóvenes que en aquel momento promovían una articulación militantes de izquierda, autodenominado Espacio Frontera. Uno de ellos es nuestro entrevistado de hoy, al cual le dijimos que lo volveríamos a interrogar una década después. Hoy es el prosecretario de la Intendencia capitalina y una de las figuras del recambio generacional del Frente Amplio.

 

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos Rodrigo López

PERFIL: Tiene treinta y seis años y un hijo de doce años.  Tiene dos hermanas. Vive solo. Hizo Ciencias Políticas en la UdelaR, le falta la tesis para recibirse. Hincha de Nacional. Juega al papi futbol. Le encanta la música pero es un desastre tocando cualquier instrumento.

 

 

¿Llegás a prosecretario como premio a qué?

No lo considero un premio, es un nombramiento como tantos otros. Seguramente Daniel haya hecho una apuesta arriesgada. Meses después Daniel me dijo que fui una sorpresa; se ve que alguna duda tenía, pero hasta ahora no ha hecho otra cosa que respaldarme. Trabajamos muy bien y estoy muy contento con el trabajo con Daniel, en general.

¿Por ejemplo?

El tema de sacar los carritos de la calle. Daniel dijo que teníamos más de la mitad de los directores de la Intendencia diciendo que eso no se podía hacer así y nosotros estábamos convencidos. A veces me etiquetan de soñador; el otro día vino un compañero de gabinete y me dijo que en un mensaje de WhatsApp decían que lo que yo planteaba era un poco romántico. Me parece bárbaro, ojalá siga siendo eternamente así. También era consciente que como joven, si yo veía que Nopitsch laburaba seis, yo tenía que laburar doce. Sabía que me tenía que legitimar. Con el propio Fernando lo hemos hablado, que cuando me vio venir con la colita tenía un miedo… Y la verdad es que ahora trabajamos bárbaro. Yo no entiendo la administración sin transformación. Hay cosas que hay que transformar, listo, aunque capaz tenés que asumir que ahora no podés.

Pero no ha habido demasiadas transformaciones.

Creo que en la Intendencia sí las ha habido. Voy a ir a lo más básico: el presupuesto. Hoy en día es la herramienta de gestión número uno. Nadie se va del marco presupuestal que tiene, y logramos eliminar un montón de grasas.

Se trajeron un perro pastor alemán, también.

Sí, Juan Voelker es un ovejero alemán, pero con una consciencia social súper interesante. Es verdad que no es un compañero que venga de la matriz militante, pero sí es un tipo con una responsabilidad social enorme, y que para laburar es súper serio. Nos quedamos sin muchas cosas de infraestructura grandes por falta de votos en la Junta Departamental, con el primer Fondo Capital que habíamos presentado, había veinticinco proyectos entre los cuales estaba la rambla del Cerro y la transformación del zoológico. Había de todo y conseguimos votos para cuatro. Muchos quedaron en el camino. Nos vamos revolviendo dentro del margen presupuestal, y eso en la Intendencia es un cambio cultural enorme. Se dieron todos los cambios del STM, que modificó considerablemente el tránsito sobre todo en la fluidez.

Y nos matan a multas también.

Pero eso tiende a bajar. Es exponencialmente negativo. La gente se entró a avivar y a manejar bien. Nadie hace eco en lo positivo: en número de muertes ha bajado a rolete. Se ha ganado en agilidad, y el hecho de tener todos los semáforos digitalizados con onda de luz verde modifica el tránsito de forma importante. En Cultura se volvieron a dar de nuevo los fondos para el teatro y la danza. En Limpieza creo que ha habido un cambio sustancial.

¿Ves un cambio en limpieza? ¿Caminás la ciudad?

La camino, sí, pero el desarrollo ambiental del departamento no se modifica de un día a otro. Se han hecho cambios importantes. Los contenedores pasaron a tener un 30% más de volumen. Hay veinte camiones más, y se cambió toda la política de mantenimiento de los camiones. En lo que es el trabajo de Zona Limpia se está trabajando para pasarlo a los municipios y relicitar en cada uno el levantado de los residuos fuera del contenedor, teniendo en cuenta la calidad de la limpieza. En casi todas las áreas hay cambios profundos.

¿Creés que la percepción del montevideano acompaña ese optimismo residual?

Hay algo que tiene que ver con la limpieza que realmente no hemos logrado modificar: así como cuando hablamos del tránsito dijimos que las cámaras logran que la gente cambie el comportamiento, con la basura no pasa lo mismo. Ahora estamos invirtiendo en dos equipos de inspección las veinticuatro horas en Punta Carretas y la Unión, los dos lugares en donde hay más dificultades y que tomamos como punto de referencia, para ver si el problema son los hurgadores. Se volvió a utilizar la ley de faltas y siete personas fueron llevadas a la comisaría. En el último mes y medio hubo cuatrocientas multas por tirar basura fuera de los contenedores, de las cuales más de la mitad fueron a empresas y comercios, que todavía hoy siguen teniendo un porcentaje importante de responsabilidad en la basura que se ve en Montevideo.

¿Esa actitud de la gente no responde a que pueda ver en la Intendencia un enemigo?

Parecería un razonamiento poco inteligente de parte del propio ciudadano, generar más basura porque está enojado. Nos tenemos que hacer cargo de la basura que haya y buscarle la solución, pero no existe ciudad en el mundo que solamente esté limpia porque la alcaldía gestiona bien los residuos. También hay una cuestión…

¿Cultural?

Claro. Todo lo que tiene que ver con la Intendencia tiene que ver con la convivencia en la sociedad. Y hay una percepción que tengo después de estos tres años: a los uruguayos nos cuesta entender que la convivencia es insatisfacción compartida, y en general queremos tener la razón y difícilmente queremos aceptar un poquito de razón en el de al lado. Nos pasó con las normativas de los locales nocturnos, con lo que tuvimos un año de locura. La ciudad es muy compleja en ese sentido.

¿Por qué es tan problemática la relación con ADEOM?

Creo que hay varios factores. En primer lugar ADEOM no es uno solo, sino que hay muchos ADEOM dentro de ADEOM, que muchas veces termina comportándose como una federación de sindicatos. Da la sensación de que muchas veces están muy preocupados por las contiendas dentro del propio sindicato. Me parece que muchas veces hay falta de confianza entre ellos mismos. No hay una reunión con ADEOM donde sean tres o cuatro, siempre son como quince. No le voy a echar todo el embrollo a ADEOM, pero sí creo que en la Intendencia hubo un esfuerzo por plantear instancias de discusión con el intendente que superaran lo circunstancial, porque uno no puede pasarse discutiendo el caso puntual de un funcionario entre ocho mil. Daniel pretendió poder discutir con los funcionarios cuál es el papel que juegan los funcionarios de la Intendencia en la construcción de la ciudad.

Dentro de Inspección General, buscamos eso. En la primera reunión que tuve con los directores de Inspección General les pregunté qué papel cumplían en la construcción de la ciudad, y además de silencio la respuesta fue que “usted manda y nosotros cumplimos”. Listo, esa fue la visión. No, vamos a empezar un trabajo con los funcionarios donde participen todos, para que ellos identifiquen cuál es su rol en la ciudad. Si no tenés funcionarios empoderados es difícil. En ese camino hubo muchos que se entusiasmaron y que formaron comisiones de trabajo y de nuevos servicios. Y hubo otros tantos que no, que fueron para quejarse.

¿Por qué hubo que esperar veinticinco años para que alguien planteara esa pregunta?

Yo en el año 1990 tenía ocho años.

En la propuesta original se hablaba del funcionario con la camiseta puesta.

Hay muchos funcionarios que tienen la camiseta puesta y trabajan mucho. Todo mi equipo de la Prosecretaría es de funcionarios, y si se tienen que quedar dos o tres horas más, se quedan. Tiran ideas, están siempre al servicio.

Como los chanchos, que ponen pegotines para estacionar gratis.

Eso lo descubrió el director de Tránsito en su momento, y se sancionó y estuvieron un montón de meses sin goce de sueldo. Cuando se encuentra algo, se sanciona. Hay personajes de diversa índole, sí, pero en general los funcionarios tienen la camiseta puesta. Y por ejemplo, Inspección General tiene un funcionario cada ocho mil habitantes, mientras que Madrid tiene uno cada mil y Rosario tiene uno cada mil doscientos. Si me preguntás si preciso cuatrocientos inspectores más, te digo que sí. ¿Pero vamos a salir a hacer un llamado para cuatrocientos inspectores, en este momento? No, por diversas definiciones. Pero es una realidad. Hay veces que ADEOM tiene razón cuando dice que faltan funcionarios.

Aumentan la recaudación, crece el parque automotor y no aparecen las obras de infraestructura para agilizar el tránsito, que se habían prometido en campaña.

En realidad no es así. Todas las obras son pliegos auditados a nivel internacional que demoraron más tiempo del que hubiésemos querido, pero este año ya arrancó la doble vía de Belloni. Tenemos Camino Cibils, está San Martín, está Instrucciones, está el ensanche de Avenida Italia, está el ensanche de Luis Alberto de Herrera y está previsto el de Garibaldi. Estoy jugando de memoria. Está el paso nivel de Avenida Italia. Hay quinientos millones de dólares en obras en estos dos años, sobre todo en infraestructura vial, un récord absoluto en la Intendencia. Obviamente esto tiene la contracara de lo que va a ser trasladarse por Montevideo durante estos dos años.

¿Por qué se demora tanto?

Acá hicimos la repavimentación de Agraciada de noche y al otro día teníamos medio vecindario diciendo que no había podido dormir en toda la noche. En 18 de Julio se hizo durante la noche y, como son casi todos comercios, no hubo tanto problema. Hay lugares donde se puede, pero en las calles de los barrios te salen a los tiros. Es muy complejo.

Igual las obras demoran.

Ahora hay obras grandes para las que las licitaciones se partieron en dos, una que arranque de un lado hacia el medio y la otra por el otro lado, en lugar de una sola que peine todo. Varias se hicieron así. Se buscan soluciones. Evidentemente habrá razones por las cuales no se puede ir más rápido. Nosotros somos los primeros que queremos que se haga de un día para otro, lógicamente.

No se trabaja los fines de semana.

Hay cosas que tienen que ver con negociaciones de los consejos de salarios. En la licitación la que trabaja allí es una empresa privada, y nosotros trabajamos con tiempos, con los plazos que se marcan para la entrega de la obra. Si no cumplen, hay multas por no cumplimiento. Llegado el momento empezarán a pagar horas extras los fines de semana para no comerse la multa, eso no lo sé.

Se apunta a la cuestión vial pensando en los autos particulares. ¿No se tiene que apostar más al transporte colectivo, desestimulando el auto particular?

Ese proceso está, aunque quizá no en los tiempos en que a uno le gustaría. Fijate que con la tarjeta del STM el precio del boleto está detenido hace casi dos años, e incluso se bajó dos pesos. Tiende a separarse cada vez quien compra el boleto arriba del ómnibus de quien tiene la tarjeta STM. Se extiende el estacionamiento tarifado, una medida poco simpática, pero que es básica, porque no hay lugar en el mundo donde a tres cuadras de la avenida principal se estacione el auto durante todo el día sin problema. Todo el dinero que se recaude por esas dos cuadras de extensión va directo a subsidiar a los usuarios del boleto STM que gasten más de cuarenta boletos por mes. Se han generado cambios en el sistema de transporte, aunque quizás no al ritmo que uno hubiese querido. Perdimos seis meses por el lío con RAINCOOP.       Lo que ha venido dando muy buenos resultados es el Consejo Consultivo de Transporte, que no tiene más de un año y medio pero donde están todos los actores representados, incluyendo a la Defensora del Vecino en nombre de los usuarios. Si me preguntás a mí, sí, claro, hay que ir hacia la bicicleta y el transporte eléctrico. Eso no tiene retorno, y es demencial la cantidad de autos que tiene Montevideo. Hay zonas donde cada casa tiene entre dos y tres autos; en algunos lugares estamos en el auto per cápita. Sí, la apuesta a la movilidad sustentable está presente. Ahora tenemos la ciclovía de Avenida Italia, y hay otras.

¿Cuánta gente las usa? Decenas de años se ha hablado de un transporte rápido para Avenida Italia y no se hace nada.

Muchos proyectos no germinan porque el mercado no justifica la inversión. Ha pasado con los proyectos de metro o trenes rápidos, que de repente precisan cincuenta años para recuperar la inversión.

En el mundo hay ciudades mucho más chicas que tienen metro.

Quizás tengan un nivel de asistencia turística que lo sustente, o subsidio del gobierno nacional. Acá hay otro tema que va a haber que discutir en su momento: el transporte de Montevideo no puede ser solamente un tema de la Intendencia. Somos la capital, es un millón y medio de personas, más los cuatrocientos mil turistas que vienen todos los años. El transporte de Montevideo debería pensarse también desde el gobierno nacional. Lo mismo sucede con los residuos y el desarrollo ambiental; desde la DINAMA y el Ministerio de Vivienda, Desarrollo Territorial y Medio Ambiente tiene que haber otra mirada sobre los residuos, que va mucho más allá de la gestión. La gestión es importante, pero lo que pasa con los residuos después, y la cantidad de riqueza que se pierde, a eso le hace falta un pienso mucho más profundo.

Constantemente se ven quejas por la permanencia de los pozos.

Muchas veces la gran mayoría de los pozos no son de la Intendencia. No hicimos Garibaldi porque estamos esperando que OSE haga los caños abajo. No lo vamos a hacer para que después OSE vaya y lo rompa, aunque la plata la tenemos hace un año y medio.

Se estaba discutiendo la Constitución del 30 y ya se hablaba de coordinar entre los organismos públicos.

Se coordina, pero a veces los presupuestos de uno y otro son diferentes.

¿Te convertiste de militante político en burócrata?

Para nada. Siempre voy a estar haciendo algo desde el punto de vista de la militancia, pero no necesariamente de manera gubernamental. En el 2010 dije que esto no iba más, que la política no era para mí, que esto era un nido de ratas. Era lo que pensaba. Me abrí, me dediqué a la actividad sindical, organizamos ONG y elegí causas para militar, como en el caso de la ley de salud sexual y reproductiva, o la ley del cannabis. Partidariamente estuve tres años sin pisar un comité. Después, por las vueltas de la vida y porque surgió la posibilidad de la candidatura de Constanza, me convencieron de que era necesario volver a la cancha,  y terminé a los dos años siendo suplente del intendente y prosecretario.

Qué fenómeno implosivo el de Constanza.

No creo. No diría que fue implosivo, pero sí en su momento en 2013 la candidatura de Constanza representó muchas cosas. Representaba la juventud, en contraposición a lo que representaba Tabaré Vázquez. Eran muchas mujeres contra una gerontocracia muy masculina. Representó cierta vuelta a algunos valores del 71, que se pusieron arriba de la mesa. Representaba una diversidad muy heterogénea. Quizás la conformación de un sector único haya atentado contra esa diversidad; estamos convencidos de eso y de hecho le hemos planteado a Constanza la necesidad de revitalizar ese espacio más diverso, y no acotarse.        Si a la democracia representativa —para los que creemos en la democracia directa— uno no le da diversidad, heterogeneidad y posibilidades de expresión, cada vez es menos representativa. Por supuesto que lo programático es importante, antes que nada, pero también están las personas que la ciudadanía prefiere que lleven adelante lo programático. Entendemos que es necesario volver a un espacio de diversidad y heterogeneidad. Luego veremos qué resuelve el sector, pero nosotros estamos para jugar de vuelta.

¿Se marchitó Magnolia?

No, no. Como colectivo de pienso, reflexión, trabajo y aporte hasta el día de hoy nos seguimos reuniendo. De hecho somos los que le planteamos esta situación a Constanza de volver a abrir la cancha a la diversidad y heterogeneidad y darle a la ciudadanía muchas caras nuevas, sobre todo en la situación en que está el Frene Amplio.

¿Se quedó sin discurso el Frente?

No creo.

Decime tres medidas que haya hecho este gobierno.

Esta Intendencia va a ser histórica, acordate. No solamente por las obras de infraestructura. Nadie habla de la Unidad Alimentaria de Montevideo (UAM), con el traslado del Mercado Modelo. Creo que es histórico.

Preguntaba por el gobierno nacional. El Frente se quedó sin agenda.

No creo. El tema es que tuvimos un primer gobierno del Frente Amplio con reformas estructurales importantes, y un segundo gobierno con una agenda importante arriba de la mesa…

Cannabis, aborto y matrimonio igualitario. Dale. ¿Qué más?

Los derechos son importantes.

Tenemos ciento setenta mil gurises pobres.

Sin duda, y tenemos los asentamientos.

¿Y te preocupás por los ochocientos trans? ¿De qué estamos hablando?

No soy de los enamorados de este período de gobierno del Frente Amplio, sin duda. Creo que al buque insignia de este período, que es el Sistema de Cuidados, quizás le haya faltado la fuerza como para realmente llegar a los lugares a que tenía que llegar. También es cierto que fue una administración mucho más dura desde el punto de vista presupuestal, por las circunstancias. Hay estabilidad, tenemos un desempleo que no llega al 10%, un número que es importante pero que está contenido. La inflación está contenida. No desvaloricemos al gobierno, tampoco.

Estamos hablando de medidas concretas para el país después de quince años de gobierno, con mayoría parlamentaria. Si les decías a los del 71 que el Frente iba a llegar para para administrar la crisis…

Al inicio de la charla dije que para mí no hay administración sin transformación. En todo caso la idea tiene que llegar al proyecto y ahí ver, de todas esas transformaciones posibles, cuál se termina definiendo como prioridad. Hay un montón de utopías y quimeras, que no pueden dejar de estar arriba de la mesa porque en el momento en que dejan de estar pasás a administrar. Llamame soñador, romántico o utópico, pero eso tiene que estar ahí. Que no podemos permitir que haya gente durmiendo en la calle es una realidad. Uno da una vueltita por el mundo y ve que es un fenómeno mundial: en París, en Nueva York, en todos lados hay gente en la calle, y ni hablemos de los países cercanos, pero si sos izquierda en el gobierno tenés que buscarle la vuelta. ¿Cómo? Veremos cómo, de alguna manera la vuelta hay que encontrarla. Al tema de la vivienda hay que encontrarle solución, es así. No podemos estar diciendo que es barato un apartamento de un dormitorio por veintidós mil pesos.

Y un salario de la mitad.

La Intendencia y el Ministerio de Vivienda hacen esfuerzos enormes en los realojos, pero realojás cuarenta y tenés sesenta, porque no hemos podido cerrar la canilla. Evidentemente hay una solución de fondo que no estamos encontrando. Capaz hay que preguntarnos cuántas casas está bien que alguien tenga. ¿Dos, tres, cinco, cien? ¿Cuántas? Hay cosas que vamos a tener que ver, y si eso implica que vamos a tener que discutir la propiedad privada, que parece que es mala palabra, discutámosla.

Cuántas casas abandonadas puede haber.

Por ejemplo, la Intendencia tiene un programa con el que recupera veinticinco o treinta casas abandonadas después de un montón de tiempo y papelerío, casas cuyo monto de deuda ya supera el precio de mercado. Pero no son las únicas, y muchas están abandonadas o vacías con especulación inmobiliaria, lo que es mucho peor todavía, porque a veces las que están vacías tienen un problema legal. El tema de la vivienda es profundo, diría que es uno de los principales a los que hay que encontrarle la vuelta, porque repercute en todo.

Que se realoje Isla de Gaspar ahora es bárbaro, pero se tendría que haber hecho hace trece años. Era un símbolo.

Los realojos llevan mucho tiempo. Todas las semanas estamos realojando. Este era como un símbolo, además tuvo otro rebote lamentable por el tema de los animales. La Intendencia trabaja con la Comisión de Bienestar Animal. Estamos firmando un convenio con una ONG, Refugio Vida, para que en cada realojo se lleven esos animales.

Eso es lo lírico. ¿Esa es la revolución que vamos a hacer?

A eso también hay que buscarle soluciones. El bienestar animal es parte de la demanda de la ciudadanía. La vivienda es un tema que creo que ha estado en el debe. En educación evidentemente se ha hecho mucho. El Plan Ceibal es importante. Todos los docentes ganan muchísimo mejor que hace treinta años, y los salones no tienen cuarenta alumnos sino veintipocos.

Hay un montón de gurises que entran a la universidad con un nivel de compresión espantoso.

Hay temas que no se los puede achacar a la educación, tampoco. La deserción escolar no es solamente un tema educativo, hay temas de abordaje territorial que hay que ver de otra manera. Habrá que buscar y pensar estrategias nuevas. Tampoco podemos importar fácilmente otras estrategias solamente porque funcionaron en otro lado.

Cuarto gobierno del Frente. ¿Para qué?

Para todo esto que estamos planteando. Para todo lo que haya quedado por hacer o a medio hacer en estos tres gobiernos.

La ley trans.

Por ejemplo, aunque esperamos que salga ahora en este período. A la vivienda hay que buscarle soluciones. Educación. En salud queda mucho por hacer, aunque no es de los temas que más está en la agenda.

Está el tema de seguridad.

En el debate sobre seguridad hay muchas cosas que no están arriba de la mesa. Es otro tema como el de la vivienda y los asentamientos: podés poner muchos policías pero si tenés la canilla abierta, seguimos en la misma. Tenemos un sistema carcelario con el INR que está mucho mejor de lo que era antes en manos del Ministerio del Interior, pero al que igualmente le falta un proyecto educativo de reinserción abundante. Sé que no es redituable políticamente, pero la mejor inversión que podemos hacer en seguridad es invertir en la cárcel y en la rehabilitación.

Los presos no votan.

Se termina haciendo un juego muy sucio con el miedo de la gente, y miedo tenemos todos. Es una realidad. Y se termina haciendo un juego bastante perverso al prometerle a la gente que con más policías o con más poder para los militares o con cadena perpetua la situación va a cambiar. No va a cambiar nada y lo tienen que saber. Habría que invertir en mejores cárceles, en proyectos socioeducativos de rehabilitación, en dignificar, en mostrarle a la gente lo que es una vida digna. Para mí la inversión número uno en seguridad está en las cárceles. Y después me preocupa el tema de las cámaras, el tener una cámara en el baño de cada persona. Vivimos en Truman Show, y hay a quien le parece bárbaro y le gusta, pero a mí no.

Las rejas, los guardias de seguridad. Es un gran negocio la inseguridad.

Es la industria del miedo.

Hablás de mejorar las cárceles y venís de un espacio que tiene una filosofía abolicionista de las cárceles y el concepto del delincuente como víctima y que reniega de la represión.

Pero no es contradictorio con lo que yo estoy diciendo. Lo que digo es al revés: tomar al preso y rehabilitarlo. Es muy difícil que una persona que está durante cinco o seis años en la miseria de una celda…

No salga resentido.

No solamente eso, sino todo lo que aprende ahí. Es muy complejo. Además el futuro de ellos es cómo van a sobrevivir mañana. Estamos cerca de ser la ciudad con más presos per cápita en el mundo. Si fuera por lo que la gente supuestamente quiere o dice, tendríamos más. Y está comprobado en el mundo entero que esa no es la solución. Acá también se ponen en debate dos formas de entender la democracia: uno dice lo que lo gente quiere escuchar o dice lo que cree, y después la gente verá si nos apoya o no. Nosotros siempre vamos por esa línea, y por eso desde el día uno dije que yo fumo marihuana. Y en el sentido de la seguridad me parece eso, que cierto ambiente político dice lo que la gente quiere escuchar, o lo que le venden que es mejor. Pero está mundialmente comprobado que eso no soluciona nada.

¿Está caduco el Frente Amplio como estructura?

Como estructura partidaria no, pero como movimiento me parece que tiene mucho para incorporar de movimientos que están fuera de esa estructura y que hoy organizan a muchísima gente, sobre todo jóvenes. Lo hemos discutido ya hace diez años, en el momento en que recién estaban apareciendo estos temas en las redes. Fue lo que pasó con la agenda de derechos durante mucho tiempo, cuando el Frente Amplio decía que no a la regulación del mercado de la marihuana, y nosotros estábamos con “Prolegal” desde afuera. O con la ley de salud sexual y reproductiva, u Ovejas Negras en el caso del matrimonio igualitario. Éramos los mismos, nada más que teníamos veinte años, hasta que el Frente tuvo que abrir cancha. La agenda de derechos es parte del avance de la sociedad, aunque a ustedes no les guste mucho.

¿La izquierda cosmética?

Los derechos no son cosméticos.

No, pero tenés derechos que están siendo violados y te preocupan solo los derechos de las minorías. Hay prioridades.

Tienen que preocuparte todos. Hay algunos que no cuestan plata.

La estructura del Frente, ¿no hay que reformarla? Treinta y cinco grupitos.

Está bien, pero por otro lado hablamos de dar heterogeneidad y que la gente se sienta representada.

¿Hay tantas izquierdas diferentes? ¿Hay tantos aportes únicos?

Creo que hay enfoques que pueden llegar a aglutinar a dos o tres sectores. Hay también cuestiones que tienen que ver con reivindicar el placer de la militancia, y que la gente participe y milite de acuerdo a intereses, causas y luchas programáticas, pero también a ser políticamente feliz. Para mí está muy bien si vos y diez amigos mañana dicen que quieren conformar un sector para militar entre ustedes, con tales ideas arriba de la mesa. ¿Por qué el Frente les diría que no?

Lo que se reivindica son lugares de poder: como no puedo obtener el poder yo solo, formo un grupo y de esa forma incido.

Muchas veces incidís mucho menos. Nosotros sacamos dos mil, tres mil votos, y estábamos chochos de contentos con eso. Éramos irreverentes, disruptivos, decíamos lo que teníamos ganas de decir.

Y mirá en lo que te convertiste.

Sigo reivindicando la política insurgente, disruptiva e irreverente, y lo he llevado adelante en la Intendencia todo lo que he podido. Obviamente que uno tiene otro margen porque es parte de un equipo y de un colectivo de trabajo. Seguramente haya decisiones que de haber dependido de mí habrían sido diferentes, como le debe pasar a todos los directores. Te digo una: yo quería mover de lugar el cementerio del Buceo.

¿A dónde?

No importa a dónde. Sacar el cementerio del Buceo. Veinte manzanas en plena zona céntrica, frente al mar, donde uno puede hacer espacios públicos, zonas de viviendas, proyectos urbanos.

Es más fácil con el Club de Golf.

Estoy de acuerdo.

Ahí no hay muertos enterrados, son solo dieciocho hoyos.  

Ahí ya es un parque establecido, no podés hacer un espacio urbano. Si no estuviera el Club eso permanecería como parque abierto, como el Central Park en Manhattan, u otros. Mover un cementerio no sería la primera vez que se hace, porque de hecho donde hoy está la Intendencia había un cementerio, el Cementerio Inglés, que se movió para construir la Intendencia. Hay antecedentes en la historia del Uruguay donde los cementerios se han movido, y ni hablar en el mundo, y sin embargo nosotros tenemos muertos con vista al mar, en una zona céntrica, con servicios. ¿A qué urbanista no le gustaría presentarse a un concurso para proyectar veinte manzanas en el medio de Montevideo? Se financia solo, además. Pero bueno, con eso no pude. En realidad Daniel estaba bastante de acuerdo, pero hubo resistencias.

Podés mover el Cementerio Central, también.

Es más complejo, tienen muchos monumentos. Pero dentro del espacio de acción uno intenta ser insurgente, irreverente, romántico o como le quieras llamar. Y mientras me mantenga en algún lugar, voy a tratar de hacer eso, porque es lo que me gusta.

¿Qué hacemos con el Dique Mauá?

No estoy de acuerdo con la venta. Lo que hemos planteado es que todavía no llegó a la Intendencia ningún proyecto. Sí o sí cualquier proyecto legal y prolijamente tratado tiene que pasar por la Intendencia, porque hay una ley de ordenamiento territorial que tiene directrices departamentales donde la Intendencia opina. Allí la Intendencia tendría que opinar, por el impacto territorial, de tránsito, ambiental, etcétera. Hasta que no llegue ese proyecto, institucionalmente no hay opinión. Capaz lo conoce el intendente, porque lo vio, la verdad que no lo sé. Sí me parece que es delicado el tema de la enajenación de un terreno que está en la rambla de Montevideo y que es patrimonio histórico y de todos los ciudadanos, y que si se vende pasa a ser propiedad de otros, como concepto, ya es complicado, y como jugada a mediano y largo plazo, también. Pero la concesión se podrá estudiar. Treinta o cuarenta años, yo qué sé. Hay que verlo.

Dijiste que en 2010 pensabas que la política era un nido de ratas. ¿Cómo revertiste ese pensamiento? ¿Te convirtieron en rata?

(Risas) En 1984 yo tenía cuatro años, y mis padres no estaban para nada en la política; hablabas de política en la mesa y estaba todo mal. Yo dibujé todo mi cuarto con los loguitos del Frente Amplio. En el 1989 me desperté de madrugada para ver quién había salido presidente, y mi viejo no entendía nada. Siempre me apasionó. No puedo dejar de pasar por lugares y pensar que tal cosa hay que cambiarla. Soy adicto a cambiar las cosas, tengo esa adrenalina de pensar que las cosas podrían ser diferentes. Eso me llevó a volver y es lo que me gusta de la Intendencia: los problemas concretos del día a día. Capaz que incluso peco de intentar abarcar mucho. Daniel me llama y me dice si me animo a encargarme de los carros a caballo. Sí, dame. ¿Que si me animo a revolverme con el Montevideo Rock? Sí, dame. Llega un momento en que la Prosecretaria es un departamento enorme. Quizás me cuesta decir que no, también, pero lo hago porque me gusta y me apasiona. Reivindico la política como una herramienta para hacer posibles las cosas.

¿Y qué pasó en 2010?

Tenía un pibe de un año y medio al que veía prácticamente solo dormir. Me dedicaba todo el día a esto y un día miré para atrás y vi que había pasado los fines de semana de mi vida de los veinte años metido en la sede de Asamblea Uruguay, de donde nos fuimos muy golpeados, con un portazo muy grande. Cuando dejás de los dieciocho o los veintiséis años tu vida entera en una cosa y te sentís golpeado y defraudado, a veces en la calentura del momento decís que aquello no era para vos. Después bajás la pelota y ves que es una experiencia que también te curtió. En algún momento decidí que no iba a hacer nada a disgusto, y eso fue lo que le dije en algún momento a Daniel, y quizás por eso terminé de prosecretario. Le dije que yo me sentía a gusto ahí. Para estar en un lugar donde no sé o no estoy a gusto, prefiero quedarme en la Junta tranquilo e ir si me precisa como suplente. En el único lugar que me veía era en este, y Daniel me bancó.

¿Ves futuro en el Frente Amplio? ¿No tenemos una nomenclatura muy aferrada a los cargos y una gerontocracia que no se quiere mover?

Creo que sí. Las generaciones más jóvenes, los gurises de veinte años, andan volando. Nos miran como parte del establishment y nos quieren pegar una patada en el culo, y está bien. Nos la tienen que pegar. En todo caso la culpa es nuestra por no habérsela pegado a otros antes, o es culpa de la generación del 83 por no haberle pegado la patada a los de antes. En el buen sentido lo digo, de querer que te abran espacios para gestionar, para probar y también para equivocarte. Creo que hay una línea media de treinta y pico en esta gestión. Pienso en Federico Graña, en Santiago Soto, en Fernando Isabella, en Patricia González. Hay unos cuantos que tienen una línea más llana de hacer política, en un sentido constructivo y colectivo que a mí me genera un montón de esperanzas, realmente. Creo que es una generación que tiene un lindo relato para atrás en cuanto a lo que pudo construir.

Y que en treinta años podrá asomar la cabeza.

Ojalá en treinta años estén afuera. El otro día tuvimos un asado y conversamos sobre estos temas; una de las cuestiones que planteé es el tema de no perder aquello que decíamos cuando teníamos veintipocos años, y no alargar el tiempo de juventud con la edad propia, y decir que la renovación llega hasta la edad que tengas en tal momento. Encabezando una lista yo no soy renovación de nada, poneme un pibe o una piba de veinte o veinticinco años. Hay que asumirse y ser responsable del papel que a uno le toca en la coyuntura histórica. Hoy a mí me toca otro papel, siempre sin perder esto que digo de la irreverencia y de creer que todo es posible, pero en esta cuestión cada uno tendrá sus características.

De lograr el 50%, el Frente bajó al 40% y poco. Hoy se habla de un 30%. Peligra la posibilidad de ganar el cuarto gobierno. ¿Qué hizo mal? ¿O la gente es idiota y va contra sus intereses?

No creo que la gente sea idiota. Seguramente haya una parte que tenga que ver con justamente una crisis de crecimiento de la propia sociedad, que es una realidad. Un lunes o un martes de noche la mayoría de los bares están llenos. Creo que la gente se acostumbró a vivir bastante mejor.

¿Y lo da por sentado, como un derecho natural que le corresponde?

Hay una cuestión de relato y de transformación cultural que no hemos logrado. Me acuerdo que en aquellos momentos yo decía que el Frente se comía la pastilla de si decía que la sociedad era de izquierda y que ganaba por eso. Una de las cuestiones que teníamos que trabajar con fuerza era en el cambio cultural para que la sociedad incorporara valores de izquierda, de solidaridad, de colectivo. Muchas veces el crecimiento económico llevó a que la sociedad, más que esos valores, incorporara otros valores que tienen que ver con el consumo. Batimos un récord de consumo atrás de otro cada Día de la Madre, del Padre o del Niño. Eso lo generó el Frente. Hay muchas cosas lindas, la gente gana más plata, está mejor. Pero culturalmente es un problema.

La infraestructura como base de todo era el viejo dilema de la izquierda, más importante que la superestructura. No le cambiamos la cabeza a la gente. En algo se patinó.

Estamos de acuerdo. Sacando ese 20 o 30% de ciudadanía que va a votar a la izquierda más allá de que el proyecto le pueda parecer mejor o peor o de si el candidato le cierra más o menos, y que prefiere que no se retroceda hacia la derecha, hay otra porción de la sociedad que se mueve de acuerdo al bolsillo. Mucha gente puede entender que eso está bien, y vote de acuerdo a lo que le sirva y se considere independiente, ni de izquierda ni de derecha. Pero es real que al Frente desde el gobierno le ha costado muchísimo más transformar culturalmente a la sociedad.

¿Ese rol no le corresponde a la organización política, no al gobierno?

A los dos. No le lavaría las manos al gobierno en este tema.

El gobierno se comió a la fuerza política.

También es cierto que, por un lado, el gobierno ha ayudado a fortalecer ciertas bases sociales de la izquierda histórica. Hoy la cantidad de afiliados a los sindicatos, es muchísimo mayor de lo que era del 2005 para atrás. Por otro lado, le ha costado sostener la alianza entre las bases sociales históricas con el Frente, y quizás a partir de esas dificultades se le dificulte la transformación cultural.

¿Hubo un gobierno en disputa, entonces?

No.

Es la visión del Partido Comunista.

Nunca lo pusieron en un documento. Había gente que lo decía, sí. ¿Pero hasta qué punto eso sería subjetivamente un problema? La visión de que la democracia es más sana cuando hay alternancia en el poder es un juego de los politólogos y las encuestadoras. Yo no quiero alternancia en el poder, en todo caso quiero que gane siempre mi partido político con alternancia en la interna, profundizando determinadas líneas de trabajo, y que en determinadas líneas programáticas no estén siempre los mismos. ¿Está bien que un diputado lo sea durante cuarenta años? Es representante, está bien, la gente lo elige, ¿pero es sano?

La batalla cultural ha ido a los tumbos. Hoy un sector de clase media dice que está harto de mantener vagos, y dice “uno menos” cuando matan un chorro.

Y después aplauden con las noticias de que en Finlandia no hay cárceles y que cuando ven alguien en la calle lo llevan a la casa y le dan comida. Es bastante hipócrita. Les molesta cuando sucede acá, pero cuando se ponen de ejemplo otras sociedades les encantan todos los Estados de bienestar.

Se habla de que el bloque social de los cambios está comprometido. ¿Lo ves así?

Creo que está sufriendo transformaciones. No es el mismo, o de repente no tiene las mismas reivindicaciones que hace cinco o diez años, y está bien que no las tenga. Hay muchos cambios que se han logrado, y hoy la gente en general tiene un cierto nivel de vida que no tenía hace diez o quince años.

Estamos hablando de que en diez años va a haber desaparecido el 40% de los laburos que conocemos. ¿Qué modelo de desarrollo tenemos para este país, adónde tenemos que apuntar?

No tengo esa respuesta. No lo sé. Pero es una realidad y tiene que ser un tema de discusión diario. No se plantea solamente acá, y en cada panel hay un experto que pone el tema arriba de la mesa. Creo que los números son bastante más jodidos de lo que planteás; hace poco en “El Montevideo del mañana” alguien planteó que en quince o veinte años el 80 o 90% de los laburos serán otros o no van a existir. Habrá que discutir los temas. Hay cosas que hay que incorporar, como la renta básica universal, por ejemplo, que es un tema que acá nunca se ha puesto arriba de la mesa y que en muchos lugares ha solucionado gran parte de los problemas.

¿Te imaginás a todos los de ADEOM con renta básica? No labura nadie. Si se solucionara el tema de la vivienda, no precisás más nada El tema de la vivienda es un tema básico.

Con la ley de vivienda de interés social, ¿cuántos cientos de millones de dólares dejó de cobrar el Estado? Y sin embargo, ¿cuánto duró ese precio barato? Se lo comió el mercado en tres meses. ¿Cómo hace el Estado para recuperar lo que perdió? No lo puede recuperar más. Hay decisiones que tomamos y que de repente tenían mucha lógica, pero no podés contra el mercado, que siempre te termina comiendo.

¿Corremos algún riesgo de situaciones similares a los países vecinos, con la llegada de la derecha al poder?

¿Arranco con la campaña del miedo? No, creo que la derecha uruguaya tiene un nivel de responsabilidad institucional mayor que la derecha latinoamericana en general. El uruguayo en sí mismo tiende a hacer los cambios de forma bastante más regulada, sea de derecha o izquierda. Ahora bien, no descarto que la derecha en Uruguay tome definiciones similares a las que tomó Argentina en su momento, que de hecho fueron aplaudidas durante un año y medio. Desde la ida al FMI hasta los recortes presupuestales y la eliminación de los subsidios a las tarifas o la quita de retenciones al agro. Macri en Argentina eliminó el mercado interno, que era fortísimo; se abrió al externo y dejó flotando el dólar, y a la vista está el resultado. La receta neoliberal se cumplió letra por letra. Espero que la derecha uruguaya esté tomando apuntes para darse cuenta que esa receta lleva a lo que llevó en Argentina, pero no dudo que tomen muchas de esas medidas, porque es lo que creen. Uno puede tratar de no ser tan fatalista, pero eso es lo que la derecha cree.

¿Ves a Daniel como presidente?

Sí.

Es un payador, con el “vamo’ arriba”.

Tiene un formato de comunicación y de cercanía con la gente que es quizás bastante campechano. Es el estilo que tiene el propio Mujica, sin llegar a compararlos. Tienen una cosa similar, cuando uno los ve en la calle, recorriendo los barrios. Tiene algo que no se compra en la farmacia: la gente le cree y lo siente cercano. Llamale carisma o como sea. Creo, además, que tiene facilidad para armar equipos y liderarlos e involucrarlos en sus ideas, con la transversalización en las diferentes áreas de sus ideas. Eso es súper interesante. Nosotros en tres años en la mayoría de la áreas hemos avanzado en todo lo que teníamos previsto en el programa, y en algunos casos se ha cumplido con ese programa. Me parece sano que se hable de Daniel como posible precandidato, porque eso habla bien de nuestra gestión. Después habrá que ver si acepta o no.

O cuánto demora en decir si acepta o no.

Para nosotros, como gabinete y equipo de trabajo en la Intendencia, cuanto más demore en tomar esa decisión es mejor, porque en este año estamos hasta el cuello con proyectos de infraestructura y muchos proyectos grandes que no queremos que estén manchados en una campaña electoral.

Como se manchó la entrega de Isla de Gaspar.

Realojos tenemos todas las semanas, sin embargo en este caso sucedió lo que sucedió. Me parece que todos vamos a ser parte de la campaña más dura, desde todo punto de vista.

El gran problema de Daniel es el lastre de los socialistas. ¿Eso no pesa? La “máquina de generar cargos” del Partido Socialista.

No sé si es tan así. Cada presidente o intendente arma los equipos de gobierno como mejor le place. A ver, Daniel no se ha manejado con los porcentajes de votos en las elecciones; debe haber cinco o seis cargos de Casa Grande, en la Intendencia, y dos del MPP. De hecho en el primer gabinete no había nadie del MPP, después entró Pablo Inthamoussu. Daniel es una persona que tiene que estar convencida de la idoneidad para el trabajo en equipo. Él insiste mucho en eso.

¿Te ves siguiendo en la Intendencia o en otros lados del gobierno?

La verdad es que no lo sé. A mí me gusta la Intendencia. Si hoy tuviera que elegir y tuviera la posibilidad de permanecer en un área de acción, me gusta la Intendencia. Aprendí muchísimo estos años y todavía me quedan dos más, si todo sigue bien. Me gustaría permanecer unos años más.

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