Home Política     Perder o no la  dignidad por Julio A. Louis                                                   
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    Perder o no la  dignidad por Julio A. Louis                                                   

    Perder o no la  dignidad por Julio A. Louis                                                   
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  Finalmente, el gobierno uruguayo abdicó de su digna postura formulada por el vice canciller Ariel Bergamino, al señalar que el problema de los venezolanos debía ser resuelto por ellos, respetándose el principio de autodeterminación de los pueblos. Y acabó plegándose al coro de cipayos que le reclaman a Venezuela suspender las elecciones, pero nada han reclamado frente al fraude de Honduras o al de Brasil.  Porque, claro está, las dictaduras al servicio del bloque dominante que han hecho de América Latina el continente más desigual, son consideradas “democracias” por los defensores del sistema capitalista, de explotación y de opresión. Mientras, los partidos que acusan  al régimen de Maduro y que impiden el voto de los uruguayos residentes en el exterior, silencian que los 100.000 venezolanos residentes en el exterior podrán votar.

El voto en la O.E.A. -ordenado por el gobierno de Trump- ignora el acuerdo inicial entre el gobierno y la MUD merced a la mediación de diversos ex presidentes, entre otros, del español Rodríguez Zapatero, acuerdo que también posteriormente fue rechazado por la mayoría de la MUD. De todos modos, Venezuela aplazó las elecciones acordando el oficialismo con los sectores democráticos-liberales de la MUD, y a ellas asistirán observadores internacionales. Serán elecciones sin partidos proscriptos, y con algunos dirigentes políticos presos -como Leopoldo López- por dirigir acciones reiteradas de violencia. Con ese voto de Uruguay cabe la pregunta: “¿hasta cuándo vamos a seguir considerándolo ‘nuestro gobierno’?” (1)

No sorprende el giro del gobierno. “En Uruguay, con Vázquez, el imperialismo no precisa golpes de Estado, si siquiera ‘ blandos’. Le ha bastado con cooptar dirigentes, y ablandar a otros”. (2)

  1.   La imposibilidad del socialismo en un solo país

La construcción del socialismo no puede realizarse en escala nacional, porque tal nación será acosada desde el exterior, y los enemigos del socialismo, terminan limitando y desfigurando el proceso. Ya ocurrió en otros lugares, en particular, en la Unión Soviética. Con visión, Hugo Chávez intentó sin éxito, la tarea imprescindible de construir una Quinta Internacional. Ahora bien, Maduro, en condiciones endiabladamente difíciles, posee el mérito de mantener la independencia de Venezuela, lo que no equivale a mantener un proceso revolucionario sin errores ni  limitaciones. Por de pronto, hereda el error de Chávez de haber sido demasiado condescendiente con los enemigos del pueblo. La entereza de ese pueblo -sin una clase obrera poderosa-, la dignidad de sus fuerzas armadas, la solidaridad principalmente de China y de Rusia, han sido los factores que han impedido hasta el momento la agresión abierta, como en Irak, o en Libia. “Tal como lo fuera el de Salvador Allende en Chile el gobierno venezolano actual representa la opción de cambio y los ataques del imperialismo y los reaccionarios solo obedecen al deseo de controlar el continente, en particular la riqueza petrolera y del subsuelo de Venezuela. Y, por sobre todo, para impedir al igual que hicieron con Allende y la Unidad Popular, que el ejemplo liberador, popular, independiente, se extiendan por el continente.” (3)

Su futuro dependerá también, en alto grado, de sus países vecinos, que en América del Sur, con excepción de la Bolivia de Evo, han capitulado frente al agresor imperialista. Difícil panorama para la hermana República Bolivariana.  Difícil porque vivimos en un mundo constituido por un sistema de Estados, que vuelve absurdo pensar en el destino individual de cada uno sin las conexiones con los restantes; un sistema de Estados dirigido desde un centro no confesado, el poder de los grandes conglomerados multinacionales reunidos en el Club de Bilderberg, que digita con éxito el destino de las grandes potencias (Estados Unidos y la Unión Europea) presionando al resto de las naciones, a través de las directivas que instrumentan las instituciones financieras de créditos (FMI, Banco Mundial, BID), la OTAN, la ONU. Lo explica con claridad Immanuel Wallerstein (4): quienes están en el poder al frente de los Estados están bastante limitados por todas esas instituciones y por el sistema inter-estatal.  Mucho más en naciones como Grecia, Ecuador o Uruguay.

  1. Regresión de Ecuador

Ecuador sufre una ofensiva reaccionaria. Desde filas de los simpatizantes de Rafael Correa se acusa de traición a Lenin Moreno. Para Correa “ya no quedan más que tres gobiernos progresistas en América del Sur: en Venezuela, en Bolivia, en Uruguay.” (5)

 Dejemos su juicio de Uruguay. Correa expone: “La estrategia reaccionaria descansa en dos argumentos: el modelo económico de la izquierda habría fracasado; los gobiernos progresistas habrían demostrado su ausencia de moralidad.”. (6) Tras explicar las adversas condiciones económicas que la región padece desde 2014, expone que la corrupción ha sido erradicada en Ecuador. Luego, se refiere a “los tropiezos de la izquierda”.  Aporta el dato de la CEPAL (Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe) señalando que en el último decenio salieron de la pobreza 94 millones de personas para alcanzar la situación de una clase media. Sin embargo, se puede alcanzar una prosperidad objetiva al tiempo que mantener “un estado de pobreza subjetiva”, o dicho en otros términos, de ausencia de conciencia de clase, de creer que del Estado se debe recibir siempre sin comprender la dinámica de la lucha de clases. Todo su razonamiento parece válido.          Sin embargo, desde filas de la izquierda socialista pro Correa, hay una crítica suplementaria grave. Si bien hay un giro en la política del  presidente Moreno, su conducta no es impredecible, sino que está antecedida por actitudes de Correa, propensas a favorecer a una tendencia estatal-burguesa en el gobierno de la Revolución Ciudadana, y no a la corriente de izquierda que también lo apoyaba. Correa habría tratado de tener el menor número de socialistas en el gobierno y en el Estado. Para peor, cuando se desbarata un intento de golpe de estado fallido, en vez de radicalizar el proceso, se inclina hacia la mayor conciliación con la burguesía. Así, por ejemplo, la reforma o revolución agraria, jamás se impulsó.  Y  Moreno -escogido por Correa- sigue el camino de la conciliación, con lo que el gobierno dejó de estar en disputa, para expresar a las fuerzas de la derecha.

Más allá de exponer diferentes enfoques sobre esa situación del país hermano, no nos corresponde dictar las pautas de lo que los ecuatorianos deben hacer. Sin embargo, las críticas por izquierda a la gestión de Correa, se asemejan a las que hacemos al proceso del Frente Amplio en Uruguay.

  1. En Uruguay, la derecha aplaude a Vázquez, la izquierda lo critica  

El cambio de voto de Uruguay en la O.E.A. es paradigmático. La oposición de derechas lo aplaude. Diferentes grupos y personas del Frente lo critican (Casa Grande, Partido Comunista, Partido por la Victoria del Pueblo, etc.).

Ya en una anterior votación contra Venezuela el propio Vázquez dijo que hubo presiones de los vecinos para que Uruguay se plegara a ellos. Pero los fundamentos de fondo de Nin y de Vázquez, vienen desde antes de las elecciones. Ya el primer paso de Vázquez presidente fue dar por hecho que “el cordón umbilical” estaba más  que cortado entre el gobierno y el FA. Y que gobernaría con tres figuras claves: Astori, ariete del “regionalismo abierto”, opuesto al ingreso de Venezuela al Mercosur y la suspensión de Paraguay tras el golpe “parlamentario”; Nin Novoa  que “ en lo personal’  (¡declara como electo Canciller!), está de acuerdo con trabajar un TLC con EUA, y reclama mucha atención hacia la Alianza del Pacífico”; y Fernández Huidobro, víctima del síndrome de Estocolmo, complaciente con los círculos reaccionarios militares…” (7)

Hace años que no gobierna el Frente Amplio, sino el vazquismo. Y hace tiempo, que el Frente Amplio lo tolera. Uruguay, presionado de todos lados, abrazado territorialmente por Argentina y Brasil, como Ecuador por Colombia y Perú, ve diluirse el progresismo desde dentro de filas. Por eso, ya es hora de repensar el proyecto político, de gestar otro nuevo, con nítida conciencia anticapitalista, antiimperialista, nuestro-americana e internacionalista. Sin gestar esa otra fuerza, veremos morir la rica y limitada experiencia frenteamplista sin dignidad.

NOTAS

(1) Comité de Base Frenteamplista por la Izquierda de México.

(2) “Integración para la servidumbre o para la liberación? El imperialismo y los gobiernos del Frente Amplio”. (2015) del autor.  Página 152.

3) Eduardo Contreras. “Venezuela, las cosas por su nombre”. “Barómetro Internacional”. 2 de marzo de 2018.

(4) Immanuel Wallerstein: “La decadencia del poder estadounidense. Estados Unidos en un mundo caótico”.

(5) Rafael Correa. “Desafíos de la izquierda en América Latina.” “Le Monde Diplomatique”. Febrero de 2018.

(6) Ibidem.

(7) “¿El retorno del Estado ‘tapón’ y disuasor?” “Brecha”. 12 de diciembre de de 2014. del autor.

 

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