Home Política La ideología progresista necesita una reformulación profunda por José A. Bonilla
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La ideología progresista necesita una reformulación profunda por José A. Bonilla

La ideología progresista necesita una reformulación profunda por  José A. Bonilla
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El mundo de hoy, no se parece en nada al de 100 años atrás (1917). En ese año, después de varias tentativas revolucionarias, el pueblo ruso derribó los zares, uno de los gobiernos más autocráticos de Europa.

En esa oportunidad, pareció abrirse una nueva era para la humanidad, electrizada por la consigna básica; “!Todo el Poder a los Soviets!” Pero el tiempo fue desdibujando esa gran esperanza, pues “el Poder de los Soviets” pasó a los altos dirigentes y a los “comisarios del pueblo”.

Pero la vida, si bien exige una visión ideológica en la política, envuelve otros procesos que extrapolan la misma, basados, por ejemplo en la investigación científica. El hecho es que en el nivel más alto de la ciencia moderna: la física teórica, comenzando por el gran Einstein con su teoría de la relatividad, lo que llevó a un cambio radical de percepción acerca de la vida y su relación con los distintos tipos de energía. Hubo mucha confusión entre los grandes científicos, hasta que alrededor de 1930, consiguieron  configurar una nueva teoría, conocida como cuántica, que presentó una visión completamente diferente del universo, de la vida, del hombre, de la materia y de la energía.

Los nuevos conocimientos, mal usados, llevaron a la bomba atómica, entre otras aberraciones. Esto ocurrió, porque la humanidad no tuvo oportunidad de usarlas para el bien, porque aquellos conocimientos quedaron encerrados en las antesalas del poder, inhibiéndose su potencial liberador. Ellos han sido muy poco o nada utilizados para mejorar la vida humana, a no ser a través de recursos tecnológicos que nos permiten andar o comunicarnos más rápidamente y  con mayor comodidad, lo que no está mal. Pero también muchos animales hoy comen mejor, porque su carne es un producto cada vez más caro

El hecho es que esos conocimientos no han sido usados para que el hombre se transforme en un ser completo, lo que implica un nuevo modo de pensar, sentir y actuar. No podemos decir que el ser humano piensa igual que un siglo atrás. Realmente él piensa diferente, pero no mejor. Hoy estamos envueltos en el medio de un materialismo y consumismo feroz, que a veces llega a la frontera de la insanidad

De cualquier manera, el tiempo fue pasando: segunda guerra mundial, división del mundo en dos bandos (EEUU y Unión Soviética) y cada uno de ellos, acumulando más poder y más bombas atómicas. Mientras tanto, los verdaderos científicos continuaron trabajando en silencio, para traducir sus conocimientos relativísticos y cuánticos en algo comprensible para el ser humano medio.

Un magnífico resumen de esa traducción es el libro del físico teórico Fritjhof Capra , titulado “O Ponto de Mutaçao”, libro que devoramos en su integridad (445 páginas), en pocas semanas, cuando fue publicado en 1982 (¡Ya pasaron 35 años!). O sea, hubo más de 30 años para leerlo, después del restablecimiento de la democracia, ocurrido en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y otros países latinoamericanos, hasta que llegamos a 1990

Comienzan tiempos nuevos, las dictaduras dejan lugar a gobiernos democráticos. Sin embargo, en 1991, ocurrió la mayor sorpresa del siglo XX, hasta hoy no suficientemente explicada por los principales analistas ni prevista por famosos astrólogos y adivinos: la caída autofágica de la Unión Soviética, vencida por ella misma. No hubo bombardeo exterior ni guerra civil. El segundo país del mundo se desmoronó como una pared de cartón con un viento fuerte. Fue una caída sin gloria ni estruendo. Nadie salió a defender las poderosas estructuras montadas en 1917

Este acontecimiento inusitado  llenó de estupor al mundo todo, de modo que los adláteres latinoamericanos del régimen soviético, especialmente en América Latina,  quedaron perplejos, sin saber qué dirección tomar.

Y así llegamos al siglo XXI. En él las izquierdas, a pesar de la caída del Muro de Berlín, se expandieron y conquistaron gobiernos en varios países latinoamericanos, en forma plenamente democrática, sin precisar usar las armas. Fue una revolución pacífica.

Pero hay un hecho real: independiente de ciertos retrocesos en los últimos años, la izquierda latinoamericana estaba fuerte en 2005, 2010, 2015, en varios países (Uruguay, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela, etc). Pero al pisar aquel último año los problemas de corrupción, mal manejo de fondos, etc, han salido abruptamente a luz. Bien, eso es problema para análisis y decisión del Poder Judicial. En eso estamos.

Hechos estos comentarios iniciales, vamos a lo siguiente: las izquierdas, sobre todo latinoamericanas, independiente de resultados electorales, están en declive y como anestesiadas. La gran pregunta es ¿por qué? ¿Acaso no luchamos por la justicia social?

Queremos colocar aquí la respuesta, según nuestro punto de vista: la justicia social es necesaria, pero sólo será suficiente, si es colocada en el marco adecuado.

Este marco adecuado, involucra, por lo menos tres asuntos, que el progresismo latinoamericano en particular, no ha demostrado mayor interés. De esta afirmación, es que surge el título de este artículo  “La ideología progresista necesita una reformulación profunda”. Los asuntos son:

  • Falta de visión holística. Esta visión no percibe al mundo en blanco y negro y sí compuesto por dos principios opuestos pero complementarios: el auto afirmativo, cimentado en los componentes material y mental y el integrativo, que incluye los componentes afectivos y espirituales.

En realidad el progresismo está basado en el principio auto afirmativo en un 90 %, sobrando apenas 10% para el integrativo. Precisamos equilibrar ambos.

  • Falta de visión ecosistémica de la sociedad. La visión generalizada del progresismo es que el conflicto central en la sociedad humana es el conflicto entre trabajadores y patrones, como consecuencia de la plusvalía. Pero en el ecosistema social en el cual estamos insertados, existen más componentes y es necesario que cada uno se satisfaga razonablemente.
  • Falta de estrategia para enfrentar el consumismo. Hoy día, la gran mayoría de las personas son apasionadas por consumir, no importando mucho lo que, por qué, ni para qué y menos aún, las consecuencias que esto trae para la vida del planeta, y por lo tanto para la sobrevivencia humana. ¡Precisamos estar a la moda y así comprar el último celular de 1000 dólares. Pero hay que pagarlo! No importa, para eso se inventó la tarjeta. ¡Qué tristeza! Después tenemos hogares deshechos, niños desatendidos, contaminación ambiental y agotamiento de las riquezas naturales, inclusive el agua..

Por ahora, “la vamos llevando”, tal vez porque tenemos el acuífero Guaraní, uno de los más importantes del mundo (pero cuidado, que andan por ahí unos ojos grandes codiciando esa riqueza natural): También vemos los empleados de la OSE, movilizándose con el slogan ”lucha por la defensa del agua”..

Un slogan que funcionó muy bien en la época que el progresismo era tal, decía “El pueblo unido, jamás será vencido” Pero, hoy, cien años después de la Revolución rusa, ¿será que realmente está unido, o cada uno tirando para su lado, independiente de ideologías más o menos progresistas? Volvamos al título del artículo: “La ideología progresista necesita una reformulación profunda”

Bien, estos temas precisan un análisis más profundo y detallado, lo que será hecho en futuros artículos.

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