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Jorge Drexler: La música es un dínamo de empatía.

Jorge Drexler: La música es un dínamo de empatía.
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CONFERENCIA DE PRENSA

El lunes en el marco de la presentación del  Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE) tuvo lugar una conferencia de prensa de Jorge Drexler que vino a hacer en Montevideo el lanzamiento mundial de su nuevo disco Salvavidas de hielo. Transcribimos toda la charla que varios periodistas mantuvieron con el cantor y compositor uruguayo.

Buenos días,  muchas gracias por venir. Gracias por acercarse, en el sentido más literal de la palabra. Estoy muy, muy contento, primero de estar en Montevideo, que desde enero no veía, y de haber tenido un fin de semana para pasar con la familia y relacionarme con la ciudad. El miércoles, jueves y viernes que viene voy a tocar unas canciones que nunca han sido tocadas en público, de un disco nuevo que no ha sido presentado todavía. Estamos estrenando mundialmente una gira que se extenderá por lo menos por un año y medio más, o dos. Ya tenemos unas cuarenta fechas cerradas hasta marzo del año que viene, pero vamos a ir cerrando fechas hasta el 2019. Fue un pedido expreso mío, un sueño, en verdad, poder presentar el disco en Montevideo. Pedí para hacerlo aquí, y empezar la gira acá. La palabra “Montevideo” aparece dos veces en el disco. No sé muy bien por qué pero a veces las palabras se cruzan en la hoja de uno y quedan ahí. Lo que no sabía es que además de ser en mi ciudad iba a ser en algo tan bonito como el FIDAE. Estoy muy contento de que sea aquí y de que sea en el Festival Internacional de Artes Escénicas, que tiene un aspecto y unas características realmente que hacen elogioso el hecho de formar parte de él. Estoy muy, muy contento. No podía ser mejor el marco. Claudio Picerno, que es quien está haciendo la producción de mi venida, me decía que el entorno de presentación del disco no podía ser más cultural, y para mí la canción es una herramienta cultural. Es algo que es muy evidente pero me gusta decirlo. Y este es el mejor marco que se me ocurre para presentar un disco. No sé cómo va a ser la dinámica, si ustedes van a hacer preguntas estaría buenísimo.

La primera pregunta sería cómo surgió la idea de basarte únicamente en las posibilidades de la voz y la guitarra para editar tu disco, y cómo vas a trasladar eso al escenario.

Igor Stravinsky, el compositor ruso, decía: “cuanto más me limito más me libero”. Siempre me intrigó esa frase, hasta que empecé a darme cuenta que en muchas instancias relacionadas con el acto de crear los límites funcionan, paradojalmente, como un trampolín más que como una restricción, por ejemplo en la rima, en fijar la terminación de un verso y tener que buscar en todo el lenguaje las pocas palabras que encajan en la rima con ese contexto, te lleva a repensar todo lo que querés poner en esa frase. Te abre puertas que no se te hubieran abierto solas, si no hubiera tenido ese límite concreto de la rima. En este caso la limitación que pusimos fueron las fuentes de sonido, la guitarra y la voz —las dos herramientas tradicionales del arte trovadoresco, del arte juglaría y de la canción de autor— pero están tratadas de manera no tradicional. Me gustó, por un lado, ese homenaje a la guitarra y a la canción de autor, y por otro la paradoja de no tratarlo de manera automática y tradicional sino dándole una vuelta de tuerca y buscar todas las posibilidades sonoras. Usamos la guitarra como instrumento de percusión. Invitamos a cinco percusionistas a tocar en el disco, y todo lo que le dábamos eran guitarras, diferentes tipos de guitarras, desde ukeleles hasta dobros con partes de metal. Y los percusionistas nos odiaron durante las primeras horas, porque es una limitación, pero luego de alguna manera liberaron cosas en el sonido de la guitarra y en su manera de tocar que no habíamos conocido antes. De todos los discos que he hecho este es el que tiene una investigación de percusión más específica y, para mí, más satisfactoria. Las cosas que encontramos realmente no las esperábamos. Estuvimos muchas veces tentados de llamar una batería, un bajo y un piano, y de llamar a los vientos y que vinieran a tocar. Las últimas giras fueron con un trío de vientos increíble. Pero nos aguantamos, y la verdad es que al final esa terquedad pagó y funcionó. Conseguimos un sonido nuevo que yo no había usado nunca, y además muy relacionado con otro que sí había usado mucho, que es el de la madera de la guitarra. Todos los sonidos tienen, de alguna manera, el ADN de la guitarra. Llevar eso al vivo no es fácil ni es necesario ser ortodoxo en eso, según mi opinión. El escenario tiene unos códigos, y el estudio de grabación tiene otros. Básicamente estás trabajando todo el tiempo con un tipo de microfonado de los instrumentos en el estudio, muy de macro, como si el disco fuera hecho con una lupa sobre la veta de la madera de la guitarra, y de eso hay cosas que no se pueden hacer en la escena. De cualquier manera vamos a utilizar la guitarra como elemento de percusión, a lo largo de todo el concierto, pero vamos a incorporar otras cosas que no están en el disco. No me gusta la ortodoxia en general, y menos en algo que tiene que ver con la comunicación en vivo.

¿Y con respecto a tus otras canciones también vas a usar la guitarra como percusión, o va a ser de otra manera?

La idea siempre que hago un concierto es presentar las canciones nuevas con el nuevo sonido que está en el disco —trato de buscar un nuevo sonido para cada disco— y las canciones viejas vistas con la lupa del sonido nuevo. Eso es exactamente lo que vamos a hacer. No soy muy amigo de las conmemoraciones, pero también este año sucede que hace veinticinco años que saqué mi primer disco, aquí en el Uruguay, “La luz que sabe robar”, en el año 92, y este es mi disco número doce o trece, y veo con alegría que se han ido juntando muchas canciones, entonces he intentado recurrir a parte del repertorio que no había tocado mucho, simplemente para tener el placer de la frescura, para sentirme nuevo y sorprendido por cosas que hace tiempo no visitaba. Esas canciones pasarán por este filtro, también. La presentación del disco también va a estar muy centrada en las guitarras. Y hay una cosa que me gusta mucho contar aquí en Uruguay: siempre que uno hace un disco tiene un vector principal y unas directrices, y alguna referencia sonora concreta, que en este caso son los primeros compases de la canción “Doña Soledad”, de Alfredo Zitarrosa, donde las guitarras son utilizadas como instrumento de percusión y después se van sumando y se va combinando la percusión y la guitarra tañida, digamos, como se toca tradicionalmente. Es una de esas referencias que un día se te meten en la cabeza en el estudio y se te quedan pegadas. Estoy muy contento de tener esa referencia.

No quiero sacarte tan rápidamente de lo artístico, porque eso es lo que nos convoca, pero al mismo comentar la jornada de ayer. Quería preguntarte cómo viviste desde la distancia todos los desmanes y las represiones brutales que tuvieron lugar en España.

Lo viví con mucha angustia y tristeza. Toda esta situación me entristece enormemente. Llevo veintidós años viviendo en España, y conozco muy bien España y muy bien Cataluña, que es de los lugares donde me siento más querido y donde toco más. Tengo un concierto en Girona dentro de dos semanas y media y he grabado un disco entero que se llama “Cara B”, girando por Cataluña y haciendo siete conciertos diferentes en las afueras de Barcelona. La mitad de mi equipo de trabajo, literalmente, de los siete u ocho que viajamos, tres o cuatro, algunos por adopción o nacimiento, son catalanes. Lo viví con mucha angustia, consultando a mis amigos. Es muy difícil verlo de lejos, además. Me entristeció muchísimo. Creo que quedó claro, por si había alguna duda, de que esta no es la manera de tratar un tema tan importante. Creo que es una batalla perdida para el gobierno de España, particularmente para Mariano Rajoy, el presidente, ganó la batalla legal de conseguir impedir que tuviera los visos de legalidad que requería el referéndum, pero perdió todas las demás batallas. Lo puse en Twitter ayer: es ganar una batalla legal y perder todas las otras que realmente importan. La legalidad y el estado de derecho son muy importantes. Yo me crié en dictadura, y en un país el estado de derecho es de las cosas más importantes que hay, pero su aplicación tiene un grado de matices y una paleta enromes, y esta es la paleta equivocada, evidentemente. Esto no ha hecho más que generar mayor división y mayor voluntad de independentismo. Cataluña a mí personalmente me da mucha lástima. Soy un enamorado de Cataluña y me da mucha pena Cataluña, al igual que a muchos amigos míos catalanes. Me parece que hurgar en las diferencias hoy en día no es el camino correcto. Me parece más correcto hurgar en las similitudes de las personas, y hay un montón de similitudes entre Cataluña y  el resto de España. También hay diferencias, como las hay en todo. Cada uno elige en qué hace hincapié. Nunca fui muy amigo de las diferenciaciones nacionales ni de las divisiones políticas. Esa es mi opinión, y me parece que el mundo va en una dirección que es la opuesta, que es la de aumentar el círculo de empatía y no de reducirlo. Pero de todas maneras como pueblo tiene derecho a expresarse, inclusive a equivocarse. Tiene derecho a elegir, y sobre todo a manifestar su opinión. Me parece que desde el punto de vista humano y hasta del estratégico fue un error cómo encaró esto el gobierno español. Me da mucha pena, de verdad, y mucha preocupación.

Ahora sí, directamente relacionado al disco. No dudo de su flotabilidad, pero un salvavidas de hielo se me hace una cosa bastante incómoda. ¿Por qué el título?

Más que incómoda, efímera. Es una paradoja. Me gustan los juegos de palabras, me gusta el hecho de un salvavidas que incluye su propia disolución, y me gusta el hecho de valorar una cosa aunque no dure. La vida humana también es efímera y no por ello pierde valor. No sé si es que tenemos el chip puesto de pretender que todo sea trascendente y eterno. Si lo tenemos como chip, es el más errado que hay, porque no hay tal cosa. Salvavidas de hielo de alguna manera es un homenaje a las cosas que durante un tiempo nos mantienen a flote, sin pedirles que nos mantengan a flote para siempre. Y además también me gustaba el hecho de que sea agua flotando sobre agua, esa figura poética. El nombre del disco no resume el disco. La gente me pregunta si es un disco frío, y no lo es. Sí tiene que ver con la metodología de hacer el disco: el elemento único en el título, el agua, y el elemento único en el sonido, la guitarra, y el elemento único en el diseño, con la lapicera Bic azul. Respondiendo un poco la pregunta de la limitación de elementos, vivimos en un mundo en el cual la oferta y la exposición a estímulos son permanentes, tiene una dimensión inusitada. No ha habido en la historia de la humanidad mayor capacidad de acceso a todo, y además instantáneamente, y creo que en este momento el problema no es la falta de cosas, porque tenemos más comida de la que vamos a tener, más comida de la que vamos a comer, más libros de los que vamos a leer y más música en el bolsillo de la que vamos a tener la capacidad de escuchar en nuestra vida. El problema no es el acceso sino, al contrario, la elección, la discriminación, el ver qué es importante y qué no. Personalmente soy una persona muy dispersa y estoy todo el día derivando en direcciones que no son las que buscaba originalmente en internet, entonces me parece muy importante la limitación, y el marcar un lugar e ir hasta la profundidad de un instrumento en vez de utilizar muchísimos. Saber mucho de una sola cosa, en lugar de saber poco de muchas. Eso es algo que últimamente no hacemos mucho.

¿Por qué temas pasa el disco, en qué sentido son recurrentes los temas?

Está muy bien la pregunta. Muchas veces pensamos que escribimos desde la temática, y yo no escribo desde la temática. Es una pregunta que recién estoy empezando a poder contestar. No la contesté en el momento en que hacía las canciones. Para mí escribir canciones es como armar un collar con un montón de cuentas: vas poniendo una y otra, y cuando vas poniendo quince te das cuenta cuál es el patrón que se va montando y de qué trata esa canción, pero la primera parte de la composición es muy inconsciente y muy basada en las relaciones puntuales entre diferentes partes de la canción. Es raro que me siente a escribir una canción “sobre tal tema”. La canción habitualmente trae el tema, no es el tema el que genera la canción. Después, visto en la distancia, tendría que pensar un poco para responderte, porque estoy todavía demasiado cerca como para darme cuenta, pero hay algo que tiene que ver también con la pregunta anterior y es la empatía, y en este momento en que el mundo se divide entre las guerrillas de la concordia y la discordia hay dos tipos de actitud frente a la realidad que son muy claras en el ámbito político, por ejemplo. Es lo que decía el director del festival: entender qué es lo que tenemos en común con el otro. Yo soy yo, y al mismo tiempo soy tú. La otra posición es decir que yo soy yo y tú eres tú y que no tenemos nada que ver, y que voy a establecer una división muy clara y concreta entre tú y yo. En esa cuestión tan sencilla y dramática hoy en día, se juegan mucho las cosas importantes. La mayor parte de los problemas realmente importantes en el mundo hoy en día son irresolubles a nivel nacional y local, hay que ir ampliando el círculo de empatía y darse cuenta que formamos parte de un todo, no solo de otras personas y maneras de pensar, de otras especies y otras formas de vida. No sé si es un tema concreto, pero empecé a darme cuenta que en varias de las canciones se trata de ponerse en el lugar del otro, como por ejemplo en una que se llama “Telefonía”, que trata de ponerse en lugar de las otras personas que se han comunicado a lo largo del tiempo y sentirse uno con el que escribió el “Cantar de los cantares”, por ejemplo, por decir algo. O el movimiento: yo no soy de aquí, pero tú tampoco, y de alguna manera disolver las identidades claras y dejar claro, aunque parezca una paradoja, que la identidad es algo que no es claro. Como dice Antonio Escohotado, en una frase que me gusta mucho, la realidad es infinitamente densa. La identidad de las personas también, y cuanto más nos acercamos a una persona más compleja es la identidad de una persona, que solo de lejos es sencilla y simple. Cuanto más nos acercamos, más llena de matices está, como una serie de números reales, donde siempre entre dos números hay otro más.

¿Qué sensación quieres dejar al oyente del disco?

Lo que más me interesa a mí en el acto de escribir canciones es la emoción. Me interesa más emocionar que impactar. Impactar también es lindo, es lindo que la gente piense qué curioso lo que hice, limitando las fuentes de sonido y usando solo guitarras, y que qué ingenioso es un arreglo o que qué bien montada está una canción. Pero la emoción es algo que trasciende la metodología, cuando se escriben canciones. A veces lo intentas y no lo conseguís. A lo que aspiro es a que la gente escuche el disco y se emocione.

Has mencionado antes la importancia de Montevideo en este disco. ¿Nos podrías contar un poco más?

No puedo contar mucho más porque no lo sé. Me di cuenta mucho después, cuando el disco ya estaba editado, que la palabra “Montevideo” aparecía dos veces. En Pongamos que hablo de Martínez que es una canción donde hablo de la historia que motivó mi viaje a España hace veintidós años, una noche aquí cerca donde toqué de invitado en un concierto de Joaquín Sabina y donde después fuimos cerrando uno a uno cuatro bares, literalmente. Esa noche Joaquín me insistió mucho en que me fuera a España, que me iban a recibir bien. Y aparece en otra canción que se llama “Estalactitas”, que es como un recuerdo de lo que significaba el amor en la adolescencia, que pasé aquí, en esta ciudad que está llena de todos mis vínculos emocionales. Es un mapa emocional mío, de alguna manera.

¿De dónde surge el carácter intimista del disco?

La verdad es que no sé de dónde surge, supongo que de mí. Tendré una tendencia al intimismo. No me fue otorgada una voz resonante ni con un volumen muy grande, así que he tenido que manejarme con las herramientas que me dio la naturaleza. Cada cual es quien es por lo que hace con sus defectos. Reconocer cuáles son tus carencias y usarlas, y que con suerte además de una carencia se vuelvan un sello, una característica, es algo que es deseable y que uno siempre espera conseguir. Más allá de eso, no lo sé. Muchas veces pienso que acabo de hacer un disco súper expansivo y después pasa el tiempo y me doy cuenta que estoy en el mismo rango dinámico de la intimidad. Al final hay cosas que uno tiene que abrazar con el paso del tiempo. Pero no sé muy bien por qué es. Las preguntas sobre la condición personal son las más difíciles de contestar.

También tiene que ver con una característica de esta época.

No lo sé bien. Si vos lo creés, yo te creo. Pero no tengo esa percepción. Me parece que la cultura tiene hoy límites muy abiertos y una paleta muy grande, desde la bestialidad hasta el intimismo, desde lo más expansivo hasta lo más introspectivo. Creo que la paleta es muy amplia. De repente a vos también te gusta lo intimista y lo ves con más frecuencia en el mundo. Me gusta un espectro amplio de cosas diferentes. No sé si tiene que ver con un espíritu de la época. No me parece que el intimismo sea el sello del momento. Si tuviera que elegir diez palabras para definirlo, no entraría en las primeras cinco. Pero me voy a fijar, ahora que lo dijiste. Voy a prestar atención en esa dirección.

Después de veintidós años en España, ¿de dónde sos? ¿La casa sigue en la frontera?

Es una pregunta a la que nunca le encontré mucho sentido. Digo, es muy buena, porque muchas de las preguntas buenas se vuelven como un quam japonés, una paradoja. Te puedo decir dónde nací, dónde me crié, puedo desglosar la pregunta y decirte dónde me siento en casa. Me siento en casa en muchos lugares. Cuando me preguntan algo así la definición que más me gusta es la que decía Fernando Pessoa: “Mi patria es mi lengua”. Y cuando dice “mi lengua” no se refiere solo al idioma, sino a la comunicación: mi casa es donde me siento entendido y donde me entiendo, de alguna manera. Y ese círculo se ha ido ampliando mucho, evidentemente. No tengo la misma sensación en Montevideo que en Badajoz, porque como le contaba a ella tengo mi mapa emocional de la ciudad mucho más denso en Montevideo, o en Madrid desde hace un tiempo. También en Madrid voy caminando y recordando esquinas y situaciones. Pero no es una pregunta que me haga mucho. Simplemente disfruto del enorme privilegio de sentirme en casa y querido en muchos lugares. Me siento en casa en Temuco en Chile, o en Morelos en México. Nunca pensé que fuera a sentirme tan cómodo en tantos lugares. Realmente me considero una persona muy afortunada, en eso de que mi casa se haya ido expandiendo.

Creo que eso se puede relacionar con el tema que abre el disco, “Movimiento”, como que el movimiento es la esencia del ser humano. Una parte de la letra dice que “no tenemos pertenencia, solo llevamos equipaje”. Dentro de ese equipaje también hablabas de las canciones. ¿Podrías definir la música como el lenguaje que acompaña siempre al ser humano, desde el movimiento?

Definir la música, como dice mi querido maestro Corium Aharonian es el arte de combinar las agendas. Organizar un ensayo es muy complicado, entonces habla del arte de combinar los horarios. Aparte de esa broma, no sé qué definición dar de la música. Lo que sí te puedo decir es que en un yacimiento en Alemania han encontrado una flauta de hace cuarenta y cinco mil años, tallada en un hueso de mamut y cumpliendo una escala pentatónica, una de las escalas que más usamos hoy en día en muchísimos lugares del mundo. Treinta y cinco mil años antes de la agricultura ya hacíamos música. Para mí, la sensación que me da es que la música es la narración que nos pone en fase: quien lleva un ritmo y se pone en fase rítmicamente, extrapola rápidamente y entiende que también está en fase humanamente con la persona que tiene enfrente. Las personas que hacen música juntos de alguna manera no se ponen solamente en fase rítmica sino emocional y espiritual. Es una manera de sentirse uno con el otro. Eso es algo importantísimo en la generación de vínculos en nuestra especie, que es una especie gregaria a la que le gusta sentirse cerca del otro. Aparte del movimiento, que es una característica de la especie, también está el acto de que nos gusta agruparnos, y gran parte de lo que para bien y para mal hemos desarrollado como especie ha sido en base a expandir el círculo de identificación. Al principio era solo la familia, luego el clan, la religión, la nación, y vamos abriendo nuestro círculo de identificación. En ese sentido es que digo que me parece que esa es la dirección en que el mundo va, o debería ir, en lugar de ir hacia la dirección contraria. Y la música tiene un rol muy importante en poner en fase a las personas. Es un dínamo de empatía.

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