Home Agenda Setting Cuatro consejos a partir del caso Sendic por Federico Irazabal

Cuatro consejos a partir del caso Sendic por Federico Irazabal

Cuatro consejos a partir del caso Sendic por Federico Irazabal
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La experiencia es clave en materia de aprendizaje. Más aún, si se aprende a partir de los errores de otros, la gratificación de lo aprendido conlleva un costo menor. Desde hace varios meses la agenda política nacional tiene entre sus principales temas noticias relacionadas con actividades, y generalmente errores del vicepresidente de la república, Raúl Sendic. A partir de la polémica iniciada con el uso indebido del título de licenciado, pasando por una gestión no ya tan exitosa en ANCAP, hasta el último de los episodios de esta saga, vinculado con el supuesto uso indebido de la tarjeta de crédito corporativa de la empresa petrolera uruguaya.

Sendic no es un recién llegado a la política, y en los últimos periodos de gobierno fue adquiriendo un protagonismo creciente, que lo llevó a ser elegido por el Frente Amplio para integrar la formula presidencial junto a Tabaré Vázquez en 2014. En aquel entonces, la apuesta por Sendic pareció una inversión a largo plazo, pensando en una probable candidatura presidencial en 2019. Hijo de uno de los referentes históricos de la izquierda nacional; joven; renovador; medido; con una gestión exitosa en ANCAP; liderando un sector en franco ascenso, Raúl Sendic se perfilaba como candidato cantado y una figura clave en el presente período de gobierno. A pesar de cierto hermetismo en cuanto a su vida fuera de la política, y pocas habilidades para la oratoria, este período de gobierno parecía ser suficiente para pulirlo y presentarlo como candidato en 2019.

Desde aquella mañana de febrero de 2016, cuando se desató la controversia en torno a su título de licenciado en genética, hasta la compra de un colchón con la tarjeta de ANCAP, se ha acumulado un gran número de errores. A partir de ellos, me permito dejar estos cuatro consejos para mejorar el desempeño en la actividad política.

  1. Sea transparente. A esta altura del partido parece exagerado destacar la necesidad de no mentir u ocultar información. Si bien todos podemos tener nuestros propios muertos en el ropero, hay momentos donde es necesario blanquear cualquier tipo de situación. Y muchas veces, un blanqueo a tiempo, aunque la materia de la que se trate resulte negativa, tiene baja repercusión en la carrera de un político. El electorado parece más proclive a perdonar una infidelidad, un hijo no declarado, un pasado de excesos, que

una mentira. Muchos políticos apelan a lo que se conoce como inoculación, que consiste en ser muchas veces uno mismo el que hable de sus propios errores, y los asuma en público. Si uno ya es capaz de aceptarlos, nuestros opositores tienen poco espacio para avanzar en ese sentido.

  1. Sea preciso y directo en sus declaraciones. Desde los orígenes más remotos de la política la oratoria ha sido una disciplina fundamental. La necesidad de articular discursos convincentes ha sido preocupación de aspirantes y gobernantes desde siempre, pero en estos tiempos de medios de comunicación omnipresentes y audiencias con poco tiempo, el valor de un buen orador aumenta considerablemente. Por lo tanto, cada minuto frente a una cámara debe ser aprovechado al máximo. Las vacilaciones, la apelación a un lenguaje claro, los discursos en tercera persona, son desaconsejables para lograr la atención necesaria de los ciudadanos.
  2. Cuide su relación con la prensa. La comunicación política, dice Dominique Wolton, “es el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política: los políticos, los periodistas, y la opinión pública a través de los sondeos.”[1]. En el juego político, los periodistas tienen un rol clave, que muchas veces oficia de medio para la difusión de determinados contenidos útiles para los políticos, pero otras veces asume un rol de investigador o fiscal, buscando la verdad para llevarla al público. El manejo de la prensa de cualquier candidato o figura de gobierno tiene que tener en cuenta ese doble rol y no castigar innecesariamente a los periodistas cuando hacen su trabajo. El otro aspecto de la relación con la prensa es más formal, y tiene que ver con el manejo de su figura ante los medios. Evite la improvisación; llegue con un mensaje claro que transmita su posición en torno a un tema. Busque generar el espacio donde usted se sienta cómodo, y si es necesario convoque a una conferencia de prensa, pero siempre cuidando el espacio y la comodidad de todos los periodistas.
  3. La comunicación política es una actividad profesional. Tome esta frase en el sentido más amplio del término. Es profesional porque el político debe actuar de manera profesional, pero es profesional también porque implica una cada vez mayor incorporación de saberes. Anteriormente, un gobernante o un candidato contaban con un equipo reducido de asesores que les daban grandes lineamientos sobre los temas de actualidad. Ese equipo estaba integrado además por un número significativo de militantes, que muchas veces servían de caja de resonancia para las ideas del candidato o gobernante. Hoy en día ese modelo es inviable. Alguien pudo haber tenido una actitud muy dispuesta durante la campaña; puede haber repartido miles de listas, haber pasado noches de pegatina y colgada de pasacalles, pero si no sabe de comunicación, no lo transforme en asesor en comunicación. Los saberes de hoy en día son cada vez más específicos, pero las disciplinas no son acumulativas. La comunicación política no es solo comunicación, pues sino sería materia exclusiva de los comunicadores, periodistas y publicistas; tampoco es solo política, ya que sino trabajarían en ella solamente los politólogos. Implica el manejo de técnicas y saberes de carácter multidisciplinario: oratoria, creatividad, estrategia, opinión pública, big data, redes sociales, etc. Se trata de poder articular todos esos saberes para poder ganar una elección, o generar el consenso necesario para gobernar.

[1] WOLTON, Dominique (1995): El nuevo espacio público. La comunicación política: construcción de un modelo; Barcelona; GEDISA; pp. 31.

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