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Compromiso Express por Juan Martín Posadas

Compromiso Express  por Juan Martín Posadas
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La semana pasada la prensa informó sobre una reunión de altos dirigentes blancos en Durazno. Las principales figuras nacionalistas eligieron reunirse en lo que podría llamarse el lugar de los hechos para discutir con los Intendentes de Durazno y Tacuarembó la mejor forma de aprovechar los beneficios que eventualmente dejará la nueva planta de UPM. La noticia de prensa no incluye un dato que me parece esencial y supongo habrá sido abordado; el dato en cuestión refiere a la pregunta. ¿habrán reflexionado, meditado y debatido sobre si ese acuerdo a concretarse en aquella parte del territorio nacional es efectivamente provechoso para el Uruguay?

Aunque el gobierno del Dr. Vázquez hizo todo en deliberado sigilo de modo que esa pregunta llegase tarde y ya con todo el pescado vendido, no cabe duda que era –y sigue siendo- la cuestión principal. Ahora que se conocen los pormenores del acuerdo firmado con UPM esa postergada pregunta se hace más acuciante. En cualquier hipótesis, el estudio del tema hubo de comenzar por esa pregunta -¿le sirve al Uruguay?- pero habiendo leído el texto firmado del acuerdo finalmente dado a conocer, sus términos son tan inusuales y ofensivos que uno pasa de la pregunta a la alarma (y a la resistencia).

El contenido del acuerdo –ahora conocido por todos- es un compromiso del Uruguay con UPM (no mutuo): durante dos años el país se obliga a hacer una cantidad de cosas y UPM no se obliga a nada.

Pero también es un mensaje político para el país y para los inversores y productores uruguayos. No solo contiene un compromiso sobre todo lo que Uruguay se dispone a hacer atendiendo a los reclamos de UPM sino que –de forma implícita pero muy clara y eficaz- le comunica a los inversores y productores locales (uruguayos o extranjeros) que seguirán excluidos de las exoneraciones y beneficios (aún de las inversiones públicas) que atañen a sus emprendimientos económicos en el Uruguay. Las reglas van a ser diferentes y discriminatorias para unos y para los otros.

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II – Como se puede apreciar este es un asunto que entra perfectamente en lo que se suele llamar políticas de estado. Además, dada la proyección en el tiempo de esta inversión (en cuanto zona franca es a perpetuidad) la sensatez junto con el sentido de nación llevarían a algún tipo de contacto e incorporación al tema de todas las fuerzas políticas del país. Pero el Dr. Vázquez no lo ha hecho así; es como si temiera que el mérito por la llegada de los cuatro mil millones no le fuera adjudicado a él en exclusividad.

Curiosamente el gobierno del Dr. Vázquez no solo ha excluido del asunto a la oposición sino que ha tratado del mismo modo al partido de gobierno. El Frente Amplio también ha sido marginado; ni se lo consultó ni se le dejó meter cuchara en momento alguno del proceso. Y más curioso aún, si cabe, (o quizás no tanto en los tiempos que corren) es que el Frente Amplio –en cuyas tripas ideológicas uno presume que hay un rechazo visceral a esto- se mantiene calladito y en el molde.

El Frente Amplio de hoy, es cierto, no se parece mucho al Frente original: ya no es lo que era (“ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot”  como cantaba el Mago). Este Frente Amplio bolivariano-mujiquista-vazqueño tiene precio. No me interpreten mal: el precio es la unidad a cualquier precio. Si alguien se atreve a romper el chiquero puede comprometer el próximo resultado electoral, la pérdida del gobierno y, en consecuencia, la gran cuota de poder (los cargos de confianza, las ventajas para los amigos fieles, ASSE, FONDES, negocios con Venezuela), algunas bancas en el Parlamento y cargos en las empresas del estado. Perder lo que se ha poseído en mayoría absoluta y manejado con arrestos de patrón durante tantos años no es poca pérdida para algunos.

Sin embargo otras dialécticas en curso hacen dudar de ese cuidado extremo de la unidad como razón explicativa del silencio y la aquiescencia. El tratado de libre comercio con Chile ya está firmado por Vázquez y tiene el apoyo de una parte del Frente; sin embargo está trancado por otros grupos frentistas, sin reparos aparentes al riesgo de la unidad. Los motivos “ideológicos” de esta indisciplina son notoriamente inferiores a los que debe despertar el acuerdo con UPM.

Quien ha hablado contra el acuerdo con UPM con una lucidez y furia que comparto absolutamente es Sarthhou. Pero hace tiempo que Sarthou dejó el Frente Amplio. Desde las profundidades de lo que Vázquez suele llamar su fuerza política no se ha escuchado pronunciamiento alguno, ni siquiera a media voz. Mis amigos frentistas interpelados en algún encuentro informal se sonrojan y se van al mazo.

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Vázquez le dio trámite secreto al asunto. En un momento dado, allá por el mes de setiembre, el Senador Delgado del Partido Nacional hizo un planteo para que se dieran a conocer los términos de ese acuerdo que iba a afectar tanto al futuro del Uruguay. No hubo respuesta. Lo que debe hacer el Partido Nacional –y ya lo manifesté en su momento (El País 8/10/17)- es hablar con los titulares del negocio, es decir, con el grupo inversor directamente y decirles que este gobierno con el cual trataron tiene fecha de vencimiento marcada para 2019 y que en el país hay otras corrientes políticas con otra vitalidad, otra visión de la economía y otros planes.

Y el partido Nacional habrá de exponer –a los finlandeses y a los uruguayos- sus convicciones básicas al respecto: a saber, una disposición favorable a la inversión extranjera directa ofreciendo facilidades pero no un país aparte; un compromiso a cambiar las cosas de modo que invertir en Uruguay sea atractivo para todos, nacionales y extranjeros, y no como hasta ahora que solo lo es en condiciones de paraíso fiscal con nombre propio.

Se agregará, como visión particular del Partido Nacional y en honor de la sinceridad, que para un país chico como el nuestro es preferible la inversión difusa, desparramada, y no tan grande y tan concentrada como ésta, que da origen a empresas muy poderosas, parecidas a las viejas empresas coloniales, con posibilidad de tener mucho peso sobre las disposiciones del gobierno (que es lo que están tratando de hacer ahora).

Para terminar, no me parece descabellado buscar un contacto político (visible o discreto) entre la oposición y el Frente Amplio (el excluido, no el bolivariano-mujiquista) para profundizar un asunto tan importante para el país como es este. El asunto importante a considerar en ese contacto no es UPM sino la búsqueda o planificación conjunta de una política económica marco para el Uruguay del siglo XXI, que habilite un crecimiento de la economía y de los agentes productivos bajo un régimen impositivo y con un gasto del estado  que sean funcionales, es decir, que no sea necesario levantar o esquivar a cada rato mediante excepciones y regímenes especiales (fuentes de corrupción y clientelismo) para que la generación de riqueza sea normalmente factible y resulte más atractivo y prometedor que el lobby, la exoneración o el refugio en el empleo público. Dentro de este marco hay lugar para los tironeos que protagonizarán naturalmente los respetivos Partidos.

¿Será tan difícil proponerse lograr un acuerdo sobre esas bases entre el Partido Nacional y el Frente Amplio? Sí, lo es. Y con el Frente Amplio bolivariano-mujiquista-leninista es directamente imposible. Con el otro Frente Amplio no, pero ¿dónde está el otro Frente Amplio?

 

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